En mi último artículo para Libertad Digital salgo en defensa de las rentas altas, que en 2011 va a ser aún más expoliadas que ahora merced al aumento del tipo máximo del IRPF.
Los que confunden la envidia con el afán de justicia repiten la consigna de que quien gana más debe pagar más. La factura del Estado discrimina según la renta, una práctica virtualmente inexistente en el mercado, donde empresas e instituciones privadas cobran el mismo precio por sus servicios con independencia de raza, religión, orientación sexual y poder adquisitivo. En el caso de los servicios públicos, en cambio, se acepta el principio discriminatorio de que los que obtienen más ingresos deben pagar un precio distinto. (...)
Ricos los hay y los habrá bajo cualquier sistema político, porque los individuos tienen distintas capacidades, ambición y escrúpulos. La diferencia entre un sistema de mercado puro y un sistema socialista puro es que en el primero los ricos son los más productivos, los que obtienen mayores ganancias del hecho de ofrecer servicios que los consumidores valoran, y en el segundo los ricos son los que ostentan el poder, los que detentan el privilegio de dictar a los demás lo que deben hacer.