Lucien de Peiro compara en el blog comunista A sueldo de Moscú las denuncias de Amnistía Internacional (AI) a Cuba por violación de derechos humanos con las denuncias a... Canadá. No os lo perdáis: Cuba y la instrumentalización de Amnistía Internacional.
Después de resumir las violaciones de derechos cometidas en ambos países recogidas en el informe de 2009, Lucien (que no AI) extrae esta conclusión:
[P]arece bastante claro que la parte dedicada a Cuba denuncia cuestiones graves aunque, siendo honestos, la parte dedicada a Canadá denuncia cuestiones más graves todavía o así me lo parece.Por un lado, en Cuba, según Amnistía Internacional, tenemos restricciones de la libertad de expresión, asociación y reunión, y continuó restringido el acceso a internet. También tenemos acoso e intimidación a periodistas, hostigamiento a disidentes políticos, encarcelamiento de presos de conciencia, detenciones cortas pero arbitrarias de periodistas y otros ciudadanos, abstención en una votación de la ONU sobre la pena capital o imposibilidad para formar grupos políticos de oposición.
Por otro lado, en Canadá, siempre según Amnistía Internacional, tenemos tortura a prisioneros no canadienses en el extranjero, discriminación racial (del estado), uso excesivo de la fuerza, asesinatos y desapariciones de mujeres aborígenes, hombres encarcelados durante años por cuestiones burocráticas en asuntos de inmigración, cesión de la custodia de presos a autoridades sospechosas de torturas, ciudadanos canadienses detenidos y torturados en el extranjero, inhibición de las autoridades ante un menor de edad canadiense detenido en el campo de concentración de Guantánamo, muertes a manos de la policía por utilización de armas de electrochoque y, en base a una legislación aprobada al efecto, se establece la negativa a solicitar el indulto de compatriotas canadienses condenados a muerte en el extranjero.
En general, como ya he señalado, no tengo inconveniente en aceptar y compartir las denuncias de Amnistía Internacional a los Estados democráticos occidentales, Canadá incluido. Al fin y al cabo, hablamos de Estados y la represión de derechos individuales así como la tendencia a cometer abusos son inseparables de su condición. Pero poner al mismo nivel la represión cubana con la represión canadiense es del género ridículo.
Dos objeciones debería bastar, aunque no hay que subestimar la impermeabilidad de un comunista a las obviedades.
1) Lucien compara abusos contra la legislación vigente en Canadá (como la tortura de extranjeros o el excesivo uso de la fuerza) con la aplicación de la legislación vigente en Cuba (como la sistemática represión de la libertad de expresión o el encarcelamiento de disidentes pacíficos). Los abusos en Canadá son investigados por tribunales, comisiones y organizaciones independientes; las violaciones de derechos humanos en Cuba no son investigados por tribunales o comisiones, pues son legales, ni por organizaciones independientes, a las que no se permite acceso a la isla.
Por ejemplo, el exhaustivo informe de Human Rights Watch de 2009 sobre Cuba (New Castro, Same Cuba. Political Prisoners in the Post-Fidel Era) dice:
Despite significant obstacles to research, Human Rights Watch documented more than 40 cases in which Cuba has imprisoned individuals for “dangerousness” under Raúl Castro because they tried to exercise their fundamental rights. We believe there are many more. The “dangerous” activities in these cases have included handing out copies of the Universal Declaration of Human Rights, staging peaceful marches, writing news articles critical of the government, and attempting to organize independent unions.
¿Puede Lucien citar algún informe de Amnistía Internacional o Human Rights Watch denunciando algo remotamente similar en Canadá?
Lucien menciona los conflictos en torno a los derechos de propiedad de los indígenas en Canadá, pero en su rigurosa comparación se le olvida apuntar que al menos en Canadá se reconocen los derechos de propiedad. En Cuba estos conflictos no existen básicamente porque el Estado es propietario de casi todos los recursos naturales y parcelas.
Igualmente bochornoso es que mencione la lentitud con que se aplican las recomendaciones de una comisión de investigación canadiense en torno a la muerte por disparo de la policía de un manifestante en 1995, sin hacer ninguna alusión a los miles de acusaciones de tortura y ejecuciones que aún están por investigar en Cuba. O que se refiera a determinadas medidas migratorias abusivas sin hablar siquiera de la libertad de movimientos en Cuba, donde uno tiene que pedir autorización para salir del país (permiso que no suele concederse, y cuando se concede se prohíbe al viajero llevarse a su familia, para que no pueda escapar). El muro de Berlín, pero con agua en lugar de hormigón.
Además, Lucien atribuye al Estado canadiense el asesinato y desaparición de mujeres indígenas, cuando de lo único que lo acusa Amnistía Internacional es de no investigar esos casos con la debida diligencia y eficacia, no de ser el responsable de esos crímenes.
2) La segunda objeción a las conclusiones se la han advertido en los comentarios: Amnistía Internacional tiene oficinas en Canadá y puede operar en su territorio libremente. No obstante, AI y otras organizaciones de defensa de los derechos humanos tienen vetada la entrada en la isla. Es razonable inferir de esta disparidad que el gobierno cubano tiene mucho más que ocultar que el gobierno canadiense, o que teme que las críticas serán mucho más severas hacia su régimen si permite que estas organizaciones realicen sus investigaciones sin cortapisas. Así se desprende del propio informe de AI:
A Amnistía Internacional le siguen preocupando las severas restricciones que persisten sobre las tareas de observación de la situación de los derechos humanos en Cuba. Las organizaciones no gubernamentales locales tienen muchas dificultades para informar sobre violaciones de derechos humanos debido a los recortes que sufre la libertad de expresión, asociación y circulación. Al mismo tiempo, no se permite a organizaciones internacionales independientes de derechos humanos visitar la isla, lo cual contribuye a obstaculizar la observación de la situación de los derechos humanos.
A Lucien, sin embargo, este argumento no le parece "serio", y considera que carece de importancia. Pasen y lean:
[A]lgunos (empezando por Falsimedia), no hacen más que señalar a Cuba y se emperran en decir que AI no puede entrar en Cuba. ¿Y qué? ¿Qué importa eso? si AI no puede entrar y no puede denunciar todo lo que pasa en Cuba, la pregunta es evidente: De dónde se concluye entonces que Cuba desprecia de forma gravísima los ddhh? Si AI no basta y, a pesar de ello, siguen insistiendo en las dificultades para entrar en Cuba, ¿por qué piensan que en Cuba hay cosas que AI no sabe, cosas que AI no puede denunciar pero ellos sí que denuncian? ¿Qué cosas? ¿Con qué fuentes? ¿Yoani Sánchez? (...)
Yo observo que se sigue denunciando a Cuba pero no tengo claro de dónde salen esas denuncias, porque entiendo que si AI no puede entrar en Cuba y es Amnistía la fuente de la que maman todas las denuncias de Falsimedia hacia cuba... ¿qué es lo que denuncia Falsimedia? ¿Qué hechos concretos llevan a Falsimedia a lanzar su caballería por encima de Cuba si los datos que ofrece su organización de referencia (AI) no permiten señalar a la isla caribeña antes que a Canadá? ¿no sería lógico pensar que si no se disponen de más datos de Cuba (si los hay o merece haberlos) en los informes de AI, a lo sumo de podría denunciar a Cuba de no dejar entrar a AI? ¿Acaso no es hipócrita señalar a Cuba por cosas que, supuestamente o intuitivamente, suceden en Cuba? Para muchos, si AI no puede entrar en Cuba significa que Cuba tiene cuestiones sobre ddhh que esconder, cuestiones o asuntos que, de saberse, demostrarían que Cuba desprecia los ddhh más que Canadá y más que cualquier país del mundo mundial.
Esto no es serio. ¿Cuantos países no dejan entrar a Amnistía Internacional? ¿Cuántos países ponen trabas al trabajo de esta organización? ¿Sólo Cuba? Me temo que no.
No, también Corea del Norte y otras dictaduras "ejemplares". Supongo que el hecho de que AI y otras organizaciones no puedan entrar en Corea del Norte para inspeccionar y publicar informes detallados de las violaciones de derechos humanos en el país significa que debemos conceder la presunción de inocencia al bueno de Kim Jong-il y concluir que el de Canadá es un régimen más sanguinario. Después de todo, lo único que está demostrado es que Corea del Norte restringe la entrada a Amnistía Internacional. Nada más.
(Gracias René)