Publico un artículo en Factual sobre la nueva superproducción de la Generalitat, la Ley del Cine. Empieza así:
El proyecto de Ley del Cine aprobado por la Generalitat contiene una buena dosis de efectos especiales. Para empezar, dice velar por la libre competencia mientras que subvenciona salas de exhibición y nuevas producciones. Asegura fomentar la industria pero añade un impuesto sobre la recaudación en taquilla. Afirma promover la diversidad lingüística y la libertad de elección, a base de cuotas de doblaje que en la práctica dictan la lengua del cine del barrio.
La Ley obliga a doblar o subtitular al catalán la mitad de las copias de un largometraje. El texto pretende garantizar el derecho de los ciudadanos a escoger en qué lengua prefieren ver la película, y alude a esta presunta anomalía: en 2009, un 97,1% de las películas exhibidas en Cataluña fueron dobladas o subtituladas al castellano, y solo el 2,9% lo fueron al catalán. Esta asimetría no “garantiza la diversidad lingüística”, para lo cual se instituye la cuota del 50%. Es curioso que en el ámbito cinematográfico la diversidad lingüística signifique “proporción equilibrada” en las salas, pero en el ámbito educativo no signifique “proporción equilibrada” en las aulas.