Dice Pío que yo soy demasiado pesimista pensando que en Cataluña no se puede hacer nada y demasiado optimista pensando que el resto de España está mejor que Cataluña. No. Yo soy pesimista porque veo que el resto de España está hecho, es decir, deshecho a imagen y semejanza de la Cataluña oficial, contra la que no se alza la Cataluña real. La única duda ante este desolador panorama es si la amputación catalana podría revivir, siquiera por el dolor, a este cuerpo enfermo, afiebrado, de la pobre España. Es una posibilidad, pero lejana y, ésta sí, discutida y discutible. Yo siempre voy a defender la libertad, sea cual sea la relación entre Cataluña y el resto de España, pero, sinceramente, creo que el modelo de progresiva negación de todas las libertades en la España de las Autonomías es el catalán. Y que de ese modelo despótico, cuanto más lejos, mejor. Hemos pagado durante demasiado tiempo el peaje de que queremos que se queden con nosotros. Y yo no tengo ya más ganas de semejante compañía. El desdén con el desdén.
Me parece un buen momento para recuperar mi comentario a Díaz Villanueva: Sobre el divorcio entre Cataluncha y Madriz