HAY VARIOS países europeos que han puesto coto al burka. Holanda, Italia, Bélgica. Ahora se discute en Francia una multa de 750 euros para el que lo lleve. En España es posible llevarlo porque, como se sabe, en España hay mucha libertad. Entre todas las legislaciones me parece modélica esta que leo en el blog de Quiñonero: «Luxemburgo prohíbe 'aparecer enmascarado' en los lugares públicos». Podríamos llamarlo el razonamiento Esquilache. La cara oculta es sospechosa por razones de orden público. Es decir, de algún modo la máscara incuba un delito. No veo formalización mejor para el repugnante burka. Detrás de cada burka hay un delito, se halle o no su formulación concretada en los códigos legales. (...)
Todo tipo de perillanes criticarán la iniciativa del partido de Sarkozy de multar el burka. Entre ellos destacarán los que hablarán en nombre del sagrado derecho de cualquiera a hacer de su cara un sayo. Obviamente no es la cara lo que se discute. La discusión versa sobre el carácter del espacio público de la civilización. Una cara borrada es incompatible con el sentido de lo público en nuestra civilización. No es un símbolo de la violencia. Es la violencia misma. De la que es perfectamente legítimo defenderse. Hay algo muy interesante que explicar a todos aquellos que se obstinan en fantasmagóricas analogías entre el burka y algunos símbolos del recogimiento y la comunión con dios. A diferencia de la cruz (¡y hasta del cilicio!) el burka no puede ocultarse. Porque, en realidad, persigue la exhibición y no la ocultación. No está hecho para la cara de la mujer (mero objeto intrascendente) sino para el resto de las caras. Todos vestimos el burka en cuanto nos cruzamos con alguno de esos tristes bultos ciegos donde han desaparecido la forma y cualquier declinación de las personas del verbo.
He defendido la libertad de llevar velo y burka en varios artículos:
Apuntes al comentario de Espada:
1) Dice que el burka es "sospechoso por razones de orden público", que "detrás de cada burka hay un delito", y que el burka no es solo un símbolo de violencia, es "la violencia misma". Pero estas vaguedades no impresionan: ¿cuántos delincuentes se han parapetado detrás de un burka? ¿Cuántos terroristas, suicidas o a secas, han ocultado su identidad detrás de un velo? Sin empezar a responder a estos interrogantes la sospecha ni siquiera asoma. Por otro lado, los comercios y locales tienen derecho a fijar normas de admisión y vestimenta (el problema surge en la medida en que esta discriminación se restringe), impidiendo la entrada de aquellos que consideren "sospechosos". No hay ninguna razón para imponer en todos sitios una misma norma de etiqueta o definición de indeseado.
Si el burka es violencia, ¿quién es el culpable? Y si hay un culpable, ¿por qué no se le detiene? El argumento de la coacción del marido tiene implicaciones que los prohibicionistas no quieren atender. Como señalaba en este artículo:
Decir que la mayoría de mujeres que llevan burka han sido coaccionadas por sus maridos o familiares no nos lleva muy lejos, pues asume lo que tiene que probar. Parece claro que la coacción (en forma de maltrato o amenaza) en las comunidades islámicas fundamentalistas se practica con más frecuencia que en el resto. Pero esta coacción está penada por la ley (probablemente no lo bastante) y corresponde a las autoridades investigar caso por caso y salir en defensa de las víctimas.
Incluso los prohibicionistas admitirán que el mal no es el burka en sí, sino el comportamiento opresor del marido, que la obliga a ponérselo. Pero entonces, ¿por qué no se encarcela directamente al marido? Si ninguna mujer lleva el burka voluntariamente significa que todos los maridos son culpables de abuso y deben ser detenidos y encarcelados. Esa es la conclusión lógica de su premisa. Si, en cambio, están dispuestos a garantizar a los maridos la presunción de inocencia, entonces no pueden argüir al mismo tiempo que sus esposas llevan el burka bajo coacción.
2) Si lo que se pretende es prohibir el burka por razones distintas a las de una máscara de hombre lobo, no vale aparentar neutralidad apelando a la prohibición de aparecer enmascarado en público. Aquí el problema no son las máscaras, sino el burka.
3) Espada también parece contradecir el propósito declarado del burka: no está hecho para ocultar a la mujer de la mirada de los hombres (un atuendo casto desde el punto de vista de quien lo lleva, aunque a mí me parezca vejatorio y ridículo) sino para exhibirlo a los demás. Me pregunto si en Afganistán o Pakistán tiene también esa función exhibicionista y provocadora, o es que al cruzar los musulmanes la frontera cambia su motivo para vestir igual que lo hacen allí.
4) Cambiemos la frase "En España es posible llevarlo porque, como se sabe, en España hay mucha libertad", por la de "En Estados Unidos es posible llevalor porque, como se sabe, en Estados Unidos hay mucha libertad". Ahora ya no funciona el sarcasmo.