En Chile la cultura política está más escorada hacia el liberalismo conservador que en España. Esa es la impresión que tengo habiendo leído esporádicamente El Mercurio y a varios comentaristas chilenos durante algunos años.
Chile es un país donde el equivalente de la izquierda española (PSOE y IU) no llega a ocupar un tercio del Parlamento. La Concertación, que agrupa a los social-demócratas, es la coalición que ha gobernado el país desde hace dos décadas, pero en ella también está la Democracia Cristiana (el PP chileno), que cuenta con más diputados que el Partido Socialista de la presidenta Bachelet. A la derecha, Renovación Nacional, Unión Demócrata Independiente y Chile Primero conforman la Coalición por el Cambio, con una declaración de principios bastante más liberal (explícitamente liberal en varios puntos) que el Partido Popular español.
La primera vuelta de las elecciones presidenciales dan como ganador a Sebastián Piñera, líder de Renovación Nacional, con un 44% de los sufragios. La segunda vuelta será en enero. La UDI, que es el partido con más diputados, aumenta su representación, y la Concertación pierde la mayoría en la cámara. El Mercurio dedica su editorial a valorar los resultados
A Random Spaniard le gusta el currículum de Piñera, y lo contrasta con el de Rajoy. Dice que en el futuro la sociedad chilena ofrecerá más oportunidades que la española, y si no hay un giro de tendencia probablemente tenga razón. Chile ocupa hoy la posición 11 en el índice de libertad económica de la Heritage Foundation, frente a la posición 29 de España.
A continuación me gustaría destacar algunos fragmentos de la declaración de principios del partido de Piñera, para mostrar la distancia con respecto al PP y, especialmente, lo que esto revela de la cultura política chilena. Me parece ilustrativo del peso del liberalismo en aquel país que un partido se pronuncie de forma tan consciente y explícita a favor del libre mercado.
Principios generales de Renovación Nacional:
La libertad de educación, proyección del derecho de los padres a educar a sus hijos.
La libertad de cultos religiosos.
La libertad de creación cultural, intelectual y artística.
La libertad de expresión e información, incluido el acceso de los particulares a la propiedad y gestión responsable de todos los medios o formas de comunicación masiva.
La libertad de asociación, incluyendo la de sindicarse o afiliarse a cualquier entidad gremial, o no hacerlo, o formar agrupaciones distintas.
La libertad de escoger entre distintas prestaciones de salud, públicas o privadas.
La libertad de crear y desarrollar actividades económicas sujetas en su éxito o fracaso a reglas objetivas y no a la discrecionalidad funcionaria.
El derecho de propiedad, que debe ser sólidamente respetado a nivel constitucional y práctico.
Los estatismos o socialismos que cercenan tales derechos, atentan contra la libertad y anulan los derechos políticos.
Sobre el marxismo:
Por ello, repudia el marxismo y todo pacto o alianza que facilite su penetración. Independientemente de su agravante leninista, la doctrina de Marx y Engels es esencialmente totalitaria. No hay compatibilidad posible entre ser marxista y ser demócrata. En definitiva, no existe conciliación posible entre marxismo y libertad.
Sobre el sistema económico-social:
Los sistemas económicos que estimulan en cada persona la capacidad generadora de riqueza, obtienen un desarrollo económico y un bienestar social muy superiores a los colectivismos planificados por la burocracia estatal. Sólo una Economía Social de Mercado permite lograr esos resultados económicos y sociales en la forma equilibrada y simultánea que es indispensable.
El respeto de la libertad económica de los individuos, tanto en su carácter de productores como de consumidores, es fundamento de la libertad política. Por el contrario, cuanto más se acerque el Estado a ser el único empleador o fuente de ingresos para las personas, más próximo se estará al control de éstas por los detentadores del poder político. Las libertades políticas y económicas son independientes y la subsistencia de unas sin las otras sólo puede registrarse de modo excepcional.
¿Algún lector chileno quiere aportar su punto de vista sobre la cultura política del país?