Non Sola Scripta critica la desregulación de la enseñanza básicamente por la pluralidad de planes de estudio y modelos docentes a que puede dar lugar, muchos de ellos contraproducentes según su punto de vista. En una entrada anterior se refería positivamente al cheque escolar, pero estas dos posiciones están en tensión: el cheque escolar permite la competencia entre centros, pero si los planes de estudio tienen que ser los mismos, ¿en qué van a competir? La competencia se reducirá en esa misma medida.
En mi discusión con Álvaro Vermoet sobre la desregulación de la enseñanza creo que doy respuesta a la mayoría de argumentos que plantea Non Sola Scripta:
- Planificación central o libre mercado en la enseñanza (réplica a Vermoet)
- A vueltas con un libre mercado de enseñanza (réplica a Vermoet II)
Hay un aspecto de su planteamiento, no obstante, que me gustaría destacar, por cuanto comparte con el típico argumentario intervencionista: se dedica a buscar fallas al sistema de mercado, como si cada uno fuera una razón en sí misma para repudiarlo, en lugar de comparar las fallas del sistema de mercado con las fallas del sistema público. ¿Acaso demostrar que el sistema privado es imperfecto o tiene problemas es una razón para preferir el sistema público sin ulterior análisis?
El mercado libre de educación hay que contrastarlo con su alternativa real. En este sentido me decanto por el sistema menos imperfecto o, mejor, el sistema que tenga mayores incentivos para perfeccionarse, que estructuralmente disponga de mecanismos de experimentación descentralizada, identificación de errores y auto-corrección. El debate es, al final, entre la imperfección de la pluralidad competitiva y la imperfección de la uniformidad monopolística.
A continuación respondo a algunos argumentos de Non Sola Scripta (pero remito al lector a las dos entradas que enlazo arriba sobre un libre mercado de educación).
1. ¿Tiene capacidad un niño/adolescente para elegir lo que le resultará conveniente estudiar en cada momento? ¿Y unos padres cuyos conocimientos en materia educativa serán, probablemente, nulos? Se hace hincapié, a veces, en que se trataría de una medida que, quizá, habría que dejar para los estudios universitarios. Lo mismo digo.
Nadie sostiene que el niño elija. La potestad es de los padres (que además son los que, idealmente, pagan por el servicio). Eso no quiere decir que los padres tengan que ignorar las preferencias del niño (en mi opinión deben tenerlas muy en cuenta) o que la especialización no pueda empezar bastante antes de los estudios universitarios (¿Qué tiene de particular la universidad? ¿Acaso padres e hijos se convierten de súbito en expertos en materia educativa?)
Si la relativa ignorancia de los padres sobre modelos educativos es motivo para prohibir la libertad de elección (y traspasar la decisión a un burócrata sin vínculos afectivos y con incentivos de otra clase - políticos, por ejemplo- ), debería prohibirse también que los padres elijan niñera o guardería (¿acaso son expertos en cuidado infantil?) o que determinen la dieta de sus hijos (¿acaso son nutricionistas?).
Por otro lado, los padres también pueden pedir asesoramiento o buscar información sobre el servicio antes de contratarlo tal y como sucede en numerosos ámbitos en los que el consumidor no es ningún experto. Las escuelas, al mismo tiempo, tienen incentivos para señalizar la calidad de sus métodos, cuidar su reputación etc.
2. ¿Y qué sucederá con los centros que se decanten por un "currículo alternativo"? Declarándose seguidores del anarquismo epistemológico tipo Feyerabend, ofertarán como materias acupuntura, imposición de manos, horóscopos, lectura de manos y de bola de cristal y ufología; suena, en principio, más atrayente para la mente iconoclasta de un joven que Biología, Química, Latín y demás parafernalia científicamente contrastada.
Él mismo se responde este planteamiento:
Al final, ningún joven se suicidará académicamente matriculándose de esas pamplinas, y ningún padre, tampoco, condenaría a su hijo a estudiarlas.
Pero como contra-réplica cita nada más y nada menos que el homeschooling o educación en casa, como si fuera un ejemplo de educación alternativa irresponsable y no de excelencia académica, como demuestran diversos estudios.
En EE.UU., lugar donde proliferan las sectas y pseudo-sectas como los caracoles tras la lluvia, se halla en auge el movimiento del homeschooling, la escolarización sin salir de casa. A veces con profesores privados, a veces con papá, mamá e internet. En la misma España, no se trata ya de un fenómeno desconocido.
Ignoro si Non Sola Scripta conoce algún padre o algún niño que practique el homeschooling. Yo conozco a varios, en España y en el Reino Unido, y no me parece que los chavales tengan ningún déficit educativo, sobre todo comparándolos con el estudiante medio de la escuela pública (los homeschoolers me reprocharán que utilice un estándar tan bajo con el que compararles). Me gustaría ver como Non Sola Scripta les dice personalmente, ante la evidencia de que su familia no pertenece a ninguna secta (bueno, ¡los que yo conozco pertenecen a la "secta liberal"!), que él les prohibiría la opción que hoy practican y les obligaría a ir a la escuela formal. Por ejemplo, a Laura, que educa a su hijo en casa: Enseñar a pescar.
¿Tan convencido está Non Sola Scripta de que el método Kumon o el método Doman que practican algunos padres, por ejemplo, son contraproducentes para el menor? ¿Por qué su convencimiento debe pesar más que el convencimiento, de signo contrario, de los padres que lo practican? ¿Querría que ellos le impusiera a su hijo un método que no le satisface?
3. Y, por lo mismo, ¿vamos a permitir que los padres, que los habría y muchos, lleven a sus hijos a escuelas de un cristianismo (o lo que sea) fundamentalista? ¿Nadie va a cerciorarse de que al niño se le explica la teoría de Darwin en vez del diseño inteligente o el mero creacionismo?
¿Es realmente tan esencial para el desarrollo del menor que se le explique la teoría de Darwin? Yo creo que podría vivir igual sin ella. ¿No hay valores más importantes que transmitir al pequeño, que a lo mejor se enseña en esas escuelas "cristianas fundamentalistas" (o de otra clase) y que no se enseña en la escuela pública? ¿No hay posibles tradeoffs que más vale dejar a la consideración de los padres?
De nuevo, hay que contrastar los problemas o desventajas de un modelo con los problemas del otro: una vez cedida al Estado la prerrogativa de regular el currículum, ¿qué nos garantiza de que impondrá solo contenidos "científicos" y no "morales" o que no excederá el rol inicialmente encomendado?
Olvidémonos de los hijos de los demás y pensemos en los propios: ¿preferimos un sistema en el que podamos escoger el modelo educativo que estimemos adecuado y, muy importante, "salirnos" si nos defrauda y desplazarnos a otro; o preferimos un sistema en el que el modelo nos viene impuesto, no tenemos garantías de que vaya a gustarnos y no podemos "salirnos" si nos defrauda (o sea muy dificultoso o artificialmente caro)?
La discusión enlaza con mi reciente artículo El mercado no es "la solución". El mercado son muchas soluciones, unas mejores que otras, compitiendo entre ellas, permitiendo la entrada y la salida de usuarios conforme experimentan con ella. Non Sola Scripta parece ser de los que saben "cual es la solución concreta" o creen que un comité de expertos puede saberlo y debe imponerse de arriba a abajo. Yo no acepto esta visión uniformadora, one size fits all, y prefiero que los padres, que son los que más incentivos tienen para que sus hijos reciban una educación de calidad, tengan derecho a buscar y elegir las soluciones que crean que darán mejores resultados.
4. ¿Son los niños/adolescentes o sus padres tan disciplinados y honrados que no se producirá, por ejemplo, una afluencia masiva a los centros que prometan altas calificaciones con un mínimo de esfuerzo? Posiblemente, con una mirada rápida a los currícula sería suficiente para hacerse una idea de si se trata de un centro de los duros o de los blandos.
Como señalaba al principio, la reputación deviene esencial en un contexto competitivo. Si la escuela tiene esa fama, ¿quién va a tomar en serio sus resultados? Si los padres quieren que sus hijos aprendan, ¿por qué llevarlos a una escuela que regala notas? Si no quieren que aprendan (sic), ¿por qué molestarse en enviarlo a un centro donde regalan notas si luego esas notas no van a servirle para nada porque ningún tercero va a reconocerlas?
En el caso de Non Sola Scripta no creo que sea tanto "miedo a la libertad", como menciona, sino el no haber evaluado cabalmente las posibilidades que ofrece un proceso dinámico de prueba y error descentralizado vis a vis el modelo centralizado estatista.