El derecho a vivir en catalán puede entenderse de dos maneras:
1. Derecho a que no te impidan comunicarte catalán (en tu propiedad o haciendo uso de tus medios, en los espacios de titularidad pública etc.).
2. Derecho a obligar a los demás a que se comuniquen contigo en catalán (en los espacios públicos y en propiedad ajena).
El primero es el que defendían los catalanes en tiempos de Franco (siendo Franco el que practicaba el segundo, a favor del castellano). Ahora la mayoría de nacionalistas catalanes defienden el segundo, y una fracción de los castellano-hablantes el primero.
Vivir en catalán significa poder utilizar esta lengua en todos los ámbitos y en cualquier momento. Es algo que muchos catalanes valoran, bien porque sienten el catalán como única lengua propia, bien porque creen que la única manera de preservar esta lengua es hablándola en todos sitios. El problema no es que haya gente que quiera vivir en catalán. Sin duda es una preferencia legítima. El problema es que lo conviertan en un derecho y obliguen a los demás a comunicarse en esta lengua.
"Obligar" en el sentido de imponer por ley (obligar a escolarizar a los hijos en catalán, obligar a rotular en catalán, obligar a doblar películas al catalán etc.). Hablarle insistentemente en catalán a un castellano-hablante o a un extranjero no equivale a coaccionarle para que hable ese idioma, es inducir o apremiarle a que hable ese idioma.
En Barcelona se puede vivir en catalán y en castellano. Mi impresión es que se puede vivir mejor en castellano (se habla en más ámbitos), aunque solo sea porque todos saben hablar castellano pero no todos saben hablar catalán (la mayoría inmigrantes). Cuando algún extranjero que se plantea vivir en Barcelona (una temporada o indefinidamente) me pregunta si se puede vivir solo en castellano le respondo que sí, aunque puede encontrarse con dificultades dependiendo del sector en que quiera trabajar o si va a la universidad. Pero sabiendo castellano el catalán también se pilla rápido.
Entiendo el punto de vista de los inmigrantes, del resto de España o de fuera. Vienen a trabajar, a prosperar, a estar con la familia y amigos, y a menudo no tienen necesidad ni interés en adaptarse más allá del punto que les permite obtener lo que buscan. En la medida en que se pueda vivir en castellano muchos no harán el sobre-esfuerzo de aprender el catalán. Yo no aprendería el vasco si me fuera a vivir a San Sebatián. Tampoco aprendería el árabe si me fuera una temporada a Dubai (aunque quizás sí lo haría si decidiera quedarme indefinidamente). El catalán tiene la ventaja de que es fácil de asimilar para un castellano-hablante, pero aún así requiere un esfuerzo.
Por eso el catalán es la lengua débil, porque de forma espontánea las interacciones tienden a multiplicarse en castellano. ¿Qué pueden hacer frente a esta situación los que quieren vivir en catalán o quieren que sus hijos y nietos puedan seguir viviendo en catalán? Ya he criticado en varias ocasiones la alternativa proteccionista. Me parece inmoral imponer por ley tus preferencias a los demás.
La segunda alternativa es promover la lengua por medios voluntarios y resignarse a su posible extinción en varias generaciones. Entiendo que haya catalanes que no quieren resignarse a ello. También hay agricultores que no aceptan que su labor es ahora prescindible porque podemos comprar tomates más baratos de África, y exigen subvenciones para preservar su modo de vida. Mi respuesta a ambos es la misma.
Una forma de promover la lengua por medios voluntarios es emplearla en cualquier contexto, en todo momento. Cuanta más gente hable el catalán sistemáticamente, más atractivo será para los inmigrantes aprender el catalán (para que el negocio prospere, para encontrar trabajo etc.). Pero se dice más pronto de lo que se hace. Como somos bilingues no nos cuesta nada cambiar del catalán al castellano o viceversa, y escogemos uno u otro en función de las circunstancias de manera casi refleja. Tendemos a adaptarnos de modo que si percibimos que nuestro interlocutor o un miembro del grupo es castellano-hablante todo el grupo se pone a hablar castellano, aunque la persona sepa catalán. También tendemos a iniciar las conversacions con gente que no conocemos en castellano, lo que a veces resulta en dos amigos catalano-hablantes relacionándose siempre en castellano. Raramente sucede lo contrario.
Para dirigirnos a la gente en catalán de forma sistemática es necesario concienciarse y crear el hábito a través de una actitud activa (esto es, pensar en hablar en catalán cuando interactuamos). Es difícil, pero es posible. Hay catalano-hablantes que lo hacen, yo pongo mi granito de arena intentando dirigirme a lo extraños en catalán, cambiando al castellano si veo que la comunicación no es posible o la situación es muy incómoda para la otra persona (la verdad es que no soy muy sistemático). Algunos no hacen excepciones, y aunque ésa es la manera más eficaz de promover la lengua y hacer que los inmigrantes se adapten, ciertos extremos creo que rozan la mala educación.
Para mí esta actitud activa no consiste en hablar siempre o normalmente en catalán, sino en dirigirse a la gente en primera instancia en catalán y no rendirse tan fácilmente al castellano cuando el interlocutor es castellano-hablante pero habla también catalán. Sigo hablando con la mayoría de mis amigos de la escuela en castellano, sigo leyendo en castellano y prefieriendo el doblaje de películas en castellano. Se trata simplemente de hacer un esfuerzo para corregir la tendencia a interactuar en castellano más que en catalán, no de anular una de las dos lenguas que hablamos y que muchos tenemos también por propia.
Aviso: a partir de ahora no publicaré durante los fines de semana, así me tomo un respiro y os doy tiempo para poneros al día.