Jarm, en los comentarios a mi último artículo en LD criticando el embargo cubano, plantea una objeción interesante que merece una respuesta.
Estamos hablando de Embargo a Cuba (comercio con Cuba) SI, Embargo a Cuba NO Pero ¿Cuba Quien Es? no entiendo de pronombres plurales, se me dan mejor los singulares, ¿donde esta el empresario cubano con el que comerciamos? ¿cual es su nombre, su apellido?, ¿como se llama su empresa?, en realidad de que estamos hablando es de comerciar con el gobierno cubano, no con los individuos ni las empresas cubanas.Si comerciamos con su gobierno lo estamos legitimando ¿no?
En un artículo anterior para el IJM argumenté que esta visión es, en su versión más simplista al menos, éticamente problemática y tiene otras implicaciones que sus valedores no aceptarían. Copio, a modo de respuesta, los fragmentos relevantes de aquel artículo.
El Estado obliga a todos los individuos bajo su jurisdicción a boicotear a Cuba, en lugar de permitir que el boicot sea voluntario y cada uno tome su propia decisión. Se arguye que en realidad no se está prohibiendo el "libre comercio con el pueblo cubano" sino el comercio con el Estado cubano, que controla casi toda la economía. Este argumento es descriptivamente cierto pero no resuelve la cuestión a favor del embargo. Para empezar, no comerciamos colectivamente como pueblo, comerciamos individualmente como consumidores y productores, lo que resulta en una gama heterogénea de relaciones comerciales: con respecto a un mismo país, algunas personas comercian con individuos y empresas privadas mientras otros tratan con empresas públicas o fuertemente subsidiadas. En Cuba el sector privado es muy pequeño (el Estado consume el 72% del PIB y emplea al 75% de la población), pero no es inexistente. Un embargo condena a todos por igual, imposibilitando los pocos intercambios voluntarios que pudieran tener lugar.
Por otro lado, la lista de relaciones comerciales corrompidas por la intervención del Estado es interminable. Si la gasolina de nuestro coche proviene de Saudi Aramco estamos financiando la dictadura de Arabia Saudita. Si compramos un ordenador Lenovo estamos financiando al Gobierno chino, principal accionista de esa compañía. En el día a día nos hemos resignado a convivir con esta imperfecta y penosa realidad (aunque a menudo somos libres de evitar este tipo de relaciones si queremos). El comercio con Cuba está lejos de ser puro e inmaculado, pero también lo están muchas otras relaciones comerciales que toleramos o incluso practicamos abiertamente.
El embargo, además, prohíbe a los ciudadanos y residentes estadounidenses viajar a Cuba (aunque sea para alojarse en casas privadas) y pone un tope a las remesas que pueden enviar los cubano-americanos a sus familiares en la isla. Los cubanos en Estados Unidos solo pueden visitar a sus parientes inmediatos una vez cada tres años. Tratar de justificar estas restricciones arguyendo que "el embargo no prohíbe el libre comercio" es aún más difícil.