En mi artículo de esta semana en Libertad Digital, Liberando a Cuba desde fuera, valoro positivamente la decisión de Obama de levantar varias restricciones al viaje de familiares y al envío de remesas a Cuba. Aprovecho para criticar el mantenimiento del embargo comercial, que perjudica a los cubanos más que al régimen y no ha logrado el objetivo de democratizar y liberalizar el país.
El cambio de rumbo de Obama es un paso en la buena dirección, independientemente de lo que decida hacer el régimen cubano. Es discutible que estas restricciones presionaran al Gobierno castrista en el sentido de aplicar reformas, lo que es indiscutible es que para hacerlo vulneraban el derecho de los cubano-americanos a visitar a sus seres queridos y a ayudarles con su propio dinero. El siguiente paso sería empezar a desmantelar el embargo comercial vigente desde la Revolución comunista y que prohíbe a todos los ciudadanos estadounidenses realizar transacciones con cubanos o viajar a la isla por turismo. La lógica de un embargo comercial es la siguiente: las restricciones provocan carestía añadida de bienes y servicios, la sociedad sufre esa carestía y advierte que el Gobierno podría aliviarla si accede a las reformas, la sociedad presiona al Gobierno para que implemente reformas y el Gobierno acaba cediendo. Un claro ejemplo de la infame máxima de que el fin justifica los medios, pues el embargo solo ejerce presión si la población sufre.
El GEES publica también hoy, a mi lado, un artículo a favor del embargo y crítico con la iniciativa aperturista de Obama. Creo que es un artículo con más sentimiento que razones. Me parece muy ilustrativa esta frase: "El embargo ha sido un instrumento eficaz en defensa de la libertad en Cuba. No habrá hecho caer al régimen, pero era una señal y un símbolo de rechazo, de repudio, de desprecio y de resistencia al comunismo."