Citoyen declaró a lo largo de esta discusión que éticamente le parecía aceptable la redistribución de riñones. Es el precio que se vio obligado a pagar por su coherencia. Citoyen matizó que la redistribución en la práctica es muy problemática y no le parecía viable, pero a mí esta "oposición pragmática" no me parece un atenuante.
Que crea que en principio-y sujeto a un zillón de reservas-la redistribución de órganos es aceptable NO significa que esté a favor de expropiar riñones. Para eso necesitaría un análisis de impacto de riesgo y de factibilidad.
Citoyen cree que es lógico que haya un conflicto entre lo ético y lo práctico. En mi opinión este conflicto solo revela que la ética de Citoyen está profundamente viciada.
Ahora ha escrito una entrada aclarando su postura sobre la redistribución de órganos. Mi respuesta debajo.
Entiendo por mérito la existencia de elecciones. En una sociedad justa, todo el mundo tendrá las mismas oportunidades de tener éxito en la vida y eso significa que sólo las elecciones deberán justificar las diferencias. La idea es que cada individuo debe tener los mismos recursos-es un concepto más amplio que riqueza- al principio de su vida y esos recursos pueden ser utilizados como se quiera. Para Albert, esto lleva a negar la individualidad de la persona. La suerte- dice albert- nos pertenece.
En este post sobre la herencia intento refutar este planteamiento. Resumiendo:
1) No está claro que la elección sea separable de otras "causas exógenas" y por tanto sirva para justificar el grado de desigualdad. La mayoría de elecciones incorpora causas exógenas: suerte, circunstancias, talentos etc.
2) El mérito no lo es todo. Las personas aceptamos que la suerte forma parte de la vida, y no repudiamos nuestras características innatas, que son las que definen nuestra individualidad. Redistribuir los frutos de esa individualidad implica considerarla ilegítima (como de hecho afirma Citoyen en su post sobre Dworkin y la herencia).
3) Si todos tenemos que empezar con los mismos recursos significa que todos tenemos que acabar con los mismos recursos y que la elección (repito, elección) de legar tu riqueza no es legítima, lo que contraría la visión de Citoyen sobre la legitimidad de las desigualdades fruto de elecciones. Nótese que este argumento no afecta solo a la herencia, sino a cualquier traspaso en vida que hace que el recipiente tenga más oportunidades en la vida o empiece con más recursos.
Por último, el eslogan de Citoyen suena muy bien porque hace abstracción del mecanismo por el cual llegamos a ese resultado ("En una sociedad justa, todo el mundo tendrá las mismas oportunidades de tener éxito en la vida"). Es menos seductor si lo reescribimos en toda su crudeza: "En una sociedad justa es legítimo utilizar la violencia para confiscar lo que unas personas obtienen fruto de la suerte, las circunstancias y sus talentos y darlo a los que tienen menos".
Es evidente que cuando hablamos del cuerpo de alguien no es lo mismo que cuando hablamos de su cuenta del banco. Cobrar impuestos no es lo mismo que expropiar riñones y la diferencia es de naturaleza, no de grado. Por eso, yo le argumenté a Albert que es un caso especial y se podría admitir una cláusula especial para el tema del cuerpo. En otras palabras, una idea de justicia basada en el mérito no es vulnerable a una crítica de este tipo.
Citoyen se limita a afirmar que la propiedad sobre un riñón es cualitativamente distinta de la propiedad de nuestros ahorros en el banco, y que cobrar impuestos no es lo mismo que expropiar riñones. Esta tesis asume que las personas valoramos más un riñón que una suma monetaria. Pero desde el momento en que alguien preferiría que le quitaran un riñón a que le quitaran sus ahorros o, análogamente, está dispuesto a vender su riñón por un precio, esa asunción se desmorona y la afirmación de Citoyen necesita una mejor fundamentación. La idea de justicia basada en el mérito sigue siendo vulnerable a mi crítica.
Es decir, Albert no puede presentarme situaciones irreales e indignarse cuando esa situación lleva a resultados que nos contrarían moralmente.
Primero, no es una situación "irreal", expropiar riñones es perfectamente posible (y en el mercado negro a veces se hace). Es irreal que lo practique el Estado precisamente porque la gente se opondría por inmoral (aunque algunos estén indecisos...). Es decir, Citoyen no puede objetar que mi crítica sobre la inmoralidad de la expropiación es irreal cuando lo que la hace irreal es que la gente la considere (como yo) inmoral. Es un razonamiento circular.
Segundo, insisto en que el edificio rawlsiano entero se alza sobre un planteamiento irreal (este sí es irreal de verdad), a saber: las personas escogemos principios de justicia de acuerdo con nuestro interés racional estando detrás de un velo de la ignorancia donde no somos nosotros mismos (carecemos de individualidad, experiencia, intuiciones morales) y donde no tenemos ningún vínculo con los recursos producidos en la sociedad.
Imaginad dos países; en uno de ellos la expropiación de órganos es legal y en el otro es ilegal. De repente, hay un virus desconocido que hace que un 50% de la población morirá en un plazo de 10 años si no se le transplanta un riñón. En el país dónde es legal se redistribuyen y la gente se salva: 0 víctimas. No obstante, el país dónde es ilegal empieza a morir gente. ¿Seguirían las convicciones morales de la gente intactas? Mi predicción es que no, y es una predicción que encuentra bastante base histórica en cientos de instituciones consideradas “sagradas” en un momento y que dejaron de serlo más tarde cuando se vio que las otras funcionaban mejor.
Primero, este ejemplo introduce factores "irreales" que mi ejemplo sobre la redistribución de riñones no introduce. Véase mi punto anterior sobre el razonamiento circular.
Segundo, quizás Citoyen no se ha dado cuenta de que este ejemplo hipotético que presuntamente justificaría la expropiación de órganos no es en realidad una buena defensa de la expropiación sino del comercio voluntario de órganos.
INCLUSO si me pareciera deseable [la expropiación de órganos] no se me ocurre ninguna forma- ningún mecanismo institucional- que pudiera funcionar para ponerlo en práctica. De forma que mi postura es netamente la contraria.
Aquí Citoyen demuestra tener poca imaginación (o simplemente teme pagar un precio más alto por su honestidad). El Estado interviene en multitud de facetas de nuestra vida, en algunas de forma notoriamente opresiva. No creo que la expropiación de un riñón fuera la intervención más problemática de todas. Hasta hace poco (y sigue siendo así en varios países) el Estado podía obligarte a servir en la milicia durante un año, e imponía esa forma de esclavitud a escala nacional. ¿Y ahora resulta que el Estado no puede obligar a un millar de personas al año a someterse a una operación de unos días para extirparles un riñón que tampoco necesitan? Si la mejor razón para oponerse a esta redistribución es que habrá "cacicadas" tendremos que dar la bienvenida a Citoyen al bando liberal, porque la mayor parte de lo que hace el Estado del Bienestar es susceptible de cacicadas y presiones interesadas y los costes de la mayoría de estas intervenciones son probablemente superiores a la extirpación de unos cientos de riñones sobrantes.
Conocemos dos mecanismos institucionales para asignar recursos: los mercados y las asignaciones directas (expropiación+reasignación). Desde luego, no creo que haya ninguna forma de diseñar un mecanismo institucional del segundo tipo que funcione- sabemos las cacicadas que ocurren con las expropiaciones de terrenos, no me imagino nada parecido en relación con los órganos. Por otro lado tampoco que fuera necesario. Hoy día la expropiación de bienes está en franca retirada como mecanismo de gestión administrativa porque suele ser más fácil comprar bienes en los mercados con dinero recaudado vía impuestos. Imagino que en el hipotético caso de que la expropiación fuera viable, también sería viable la definición de derechos de propiedad; sería mejor limitarse a comprar en los mercados y reasignar, redistribuir renta y legalizar el tráfico, o subvencionarlo (esos son los mecanismos que se utilizan para los medicamentos).
Soy además (muy) escéptico respecto a que un mercado, incluso muy regulado, pudiera funcionar. La indisponibilidad de los propios órganos es algo que PERMITE a mucha gente pobre no tomar decisiones equivocadas en momento de desesperación. Por la misma razón que no legalizamos el suicidio o la automutilación, hay bastantes argumentos-pragmáticos- para no legalizar la compraventa de órganos, y sí en cambio las donaciones bajo supuestos muy restrictivos.
En el primer párrafo Citoyen admite que el comercio voluntario de órganos sería un mecanismo de asignación superior a la redistribución de órganos. Pero es muy escéptico respecto a la viabilidad de este mercado. Su objeción es que si la compensación económica por donación de órganos fuera legal, muchos pobres desesperados tomarían una decisión equivocada. La contra-réplica es simple: prohíbe a los pobres vender órganos. Esta discriminación por rentas es perfectamente aplicable, basta con que las clínicas autorizadas exijan a los donantes que acrediten que están por encima de cierto nivel de renta.
La medida es discriminatoria y claramente injusta desde mi punto de vista, y pone en evidencia lo endeble de la premisa paternalista de Citoyen: "los pobres desesperados tomarán una decisión equivocada" luego hay que protegerles de sí mismos. Citoyen juzga lo acertado de esa decisión en base a lo que eligirían en otras circunstancias (en otras circunstancia no tan desesperadas), pero eso no prueba que el pobre se está equivocando, sino que en una situación en la que no fuera pobre quizás eligiría lo contrario. De la "desesperación" no se sigue en absoluto que la decisión sea equivocada, pues la desesperación emana de la más acuciante de las necesidades, lo que significa que el pobre que dona un riñón lo hace porque necesita desesperadamente esa compención económica. Citoyen, en coherencia con su premisa, estaría a favor de prohibir la compensación por donación a quienes más la necesitan. Rawls se está revolviendo en su tumba.
Por último, Citoyen tampoco considera que el comercio voluntario de órganos no es solo aplicable en el caso de los vivos. Como defiende Alex Tabarrok en este artículo, puede diseñarse un esquema de compensación encaminado a incentivar que las personas donen sus órganos a las clínicas cuando mueran.