La conferencia de Hans Hermann Hoppe durante las jornadas Liberty 2008 fue, junto con la de David Friedman, la más esperada y la más interesante. Hoppe habló primero de los errores de los liberales clásicos (su defensa de un Estado mínimo y su preferencia por la democracia sobre la monarquía) para luego esbozar cómo funcionaría una sociedad de ley privada, sin Estado.
La conferencia fue un buen resumen de sus ideas. Nada nuevo para los que ya le hemos leido, pero fue una experiencia escuchar en vivo al que algunos consideran el heredero natural de Rothbard. Tan destacable como el contenido fue la forma de exponerlo: Hoppe es extraordinariamente metódico, preciso en el uso de las palabras, lógico en el desarrollo de los argumentos, lo cual siempre ayuda a comprender sus argumentos, y a identificar tanto sus aciertos como sus errores. Su libro A Theory of Socialism and Capitalism (pdf) siempre me pareció un modelo de razonamiento claro, lógico y preciso.
Podéis ver la conferencia entera de Hoppe aquí:
Me gustaría centrar mi comentario en su crítica de la democracia (vis a vis la monarquía), que me parece incorrecta y simplista en varios aspectos.
Hoppe tiene razón en que la democracia no elimina los privilegios de la monarquía como algunos de sus proponentes alegaban, simplemente los hace temporales. La democracia sustituye un privilegio personal (el del monarca) por un privilegio funcional (el del gobernante electo). La dualidad legal se mantiene: el gobernante electo, como el monarca, puede hacer cosas que el ciudadano privado tiene vedado.
Hoppe utiliza dos argumentos en contra de la democracia y a favor de la monarquía. Primero resumo sus dos argumentos y luego incluyo mi crítica.
Argumento 1: El país como propiedad privada.
El monarca trata la nación como si fuera de su propiedad, luego tiene un interés en su mantenimiento. El monarca puede legar el país a su heredero, en tiempos pasados podía incluso vender partes del país a otro monarca. Si el país se empobrece el monarca está perdiendo parte de su capital
El gobierno democrático, a diferencia del monarca, no tiene una visión largo-placista. Su horizonte temporal son los próximos 4 años, y es probable que implemente medidas políticas populares o con efectos positivos en el corto plazo en detrimento del largo plazo. Si el país se empobrece como consecuencia de su gestión, otro gobierno tendrá que lidiar con ello (y con un poco de suerte será un gobierno del partido opositor y se atribuirá a éste la culpa).
Hoppe hace una analogía entre el propietario de una casa y un arrendatario que puede usarla durante 4 años. En el primer caso el propietario tiene un incentivo para mantener la casa en buen estado, en el segundo es esperable que el arrendatario incurra en consumo de capital y la casa acabe peor de lo que estaba.
Hoppe compara igualmente la esclavitud "privada" con la esclavitud pública de la Unión Soviética, enfatizando que la comparación entre monarquía y democracia es, como aquélla, una comparación entre dos males. Pero puestos a escoger, es mejor ser un esclavo privado, pues el propietario tiene interés en mantenerte vivo y productivo, que no un esclavo público, al que a nadie afecta económicamente que mueras de hambre en el Gulag.
Argumento 2: En las democracias siempre gobiernan los peores, en las monarquías es posible que el rey sea un tipo decente.
La democracia premia a los demagogos más hábiles, a los que seducen con engaños a la ciudadanía. La competencia electoral induce a los políticos a prometer más y más. Si luego no hacen todo lo que promete no importa mucho, porque el candidato contrario había prometido casi lo mismo, y en cualquier caso puede que su sucesor prometa que esta vez sí que va a cumplirlas y vuelta a empezar.
El monarca no compite con nadie. Puede que sea un déspota, pero también puede que sea una persona más o menos decente. Está en el poder por derecho de cuna, no ha tenido que corromperse para llegar a él. Además, si el monarca es un peligro para la estabilidad o la prosperidad del país otros miembros de su familia tienen incentivos para quitarlo de enmedio.
Crítica
La tesis de Hoppe no me convence por varias razones:
- Hoppe no contempla un argumento importante a favor de la democracia (vis a vis la monarquía) que he comentado en este artículo: Democracia para lo malo, y para lo menos malo.
[En democracia] todos pueden participar en el sistema, ninguna ideología tiene privilegios legales sobre otra, cualquiera puede alcanzar el poder. En un contexto en el que se valora la igualdad, esta ausencia de discriminación hace que las distintas facciones no sientan agravios ni puedan alegarlos, y dediquen sus esfuerzos a ganar votos en lugar de organizar revueltas. La democracia compra paz social al precio de ofrecer el poder a cualquiera que obtenga más votos. Es un precio alto, pero la paz social también es un bien precioso. Una dictadura o monarquía podría implementar mejores políticas, pero si la oposición es fuerte y tiene ansias de poder solo le queda recurrir a la violencia para hacerse con el Gobierno. La democracia, además, parece estar vinculada a un elevado grado de libertad de expresión y de asociación, así como a otras libertades civiles, como el derecho a un proceso justo, sin las cuales sería difícil crear las circunstancias que hacen posible unas elecciones pacíficas.
- ¿Cuál es la diferencia entre una monarquía del siglo XVIII y una dictadura actual? Las características que atribuye Hoppe a una monarquía son en buena medida extrapolables a una dictadura: el dictador es como el propietario del país, normalmente elige a su sucesor y a menudo es alguien de la familia. En comparación con el gobierno democrático el dictador debería tener una visión largo-placista. Hoppe podría huir hacia delante y admitir que su argumento también demuestra que las dictaduras de larga duración son en general superiores a la democracia. Pero la realidad no parece corroborar ese punto. Con todo, es posible que en determinadas circunstancias sea cierto que un régimen no democrático es preferible a la democracia. Por ejemplo, no estoy seguro de que la democratización de Singapur o de los emiratos del Golfo Pérsico fuera a hacerles más libres (quizás sí en términos de libertades civiles, pero en detrimento de las libertades económicas). Quizás los emiratos del Golfo, cuyos Estados en cierto sentido son gestionados como empresas, son lo más cercano a la monarquía hoppeana que tenemos hoy en día.
- La democracia promueve un gobierno mediocre, dominado por demagogos, pero también controla mejor sus excesos. Si un monarca es un déspota o está arruinando el país y no tiene intención de abdicar, solo cabe deshacerse de él mediante una revolución (que implica ingente sacrificio) o esperar a que sus competidores en la familia hagan lo propio. Castigar los excesos de un gobernante en democracia es más sencillo y menos costoso: basta con votar a la oposición en las próximas elecciones.
- Hoppe trata al monarca y al gobernante electo como si su actuación no estuviera limitada por la voluntad popular. En realidad, el monarca y el gobernante electo solo tienen libertad de actuación en el margen, en aquellos asuntos en los que la opinión pública no está especialmente interesada, no tiene una posición firme o es manipulable. La diferencia es que en el caso del monarca ese margen de actuación es mayor (el punto 3 sugiere por qué), mientras que en democracia el gobernante responde ante la opinión pública constantemente. Así, si la población es más liberal que el monarca, la monarquía implementará políticas menos liberales que una democracia, donde el programa del gobernante tiende a acercarse más a las ideas del votante medio. Pero si el monarca es más liberal que la población (porque tiene la colección entera de Mises), entonces es probable que implemente políticas ligeramente más liberales que una democracia.
En definitiva, los argumentos de Hoppe en contra de la democracia son válidos, pero en su comparación ignora argumentos a favor de la democracia y matices que relativizan el peso de su crítica.