Citoyen dedica varios posts (1,2,3) al tema de la herencia y su relación con los valores de la izquierda. Me centro en su tercera entrada y su justificación de limitar la herencia por ley. La base de su argumentación es la idea de que es ilegítimo beneficiarse del talento, características personales, circunstancias etc. y demás causas ajenas a nuestras elecciones individuales.
El ideal de Dworkin- en realidad de todo el “liberalismo igualitarista” es que en una situación idealmente justa, las diferencias de “utilidad”-satisfacción individual, etc,… sólo son legítimas cuando derivan directamente de elecciones individuales. En cambio, las causas dadas exógenamente, no son legítimas.
Este principio, aunque lo aceptemos sin más, plantea problemas de difícil solución. ¿Tenemos derecho a la riqueza generada en un proceso en el que ha intervenido una elección nuestra? ¿O solo tenemos derecho a la riqueza que resulta principalmente de nuestra elección? Si es lo primero, entonces no importa que seamos ricos por nuestro talento o por un golpe de suerte siempre y cuando hayamos elegido situarnos en posición de poder obtener ese resultado (Rafael Nadal es rico porque tiene talento, pero también porque ha decidido explotarlo; si nos toca la lotería hemos tenido suerte, pero no nos hubiera tocado si no hubiéramos comprado un boleto).
Si es lo segundo deberíamos poder medir la importancia causal de nuestra elección vis a vis los demás factores (si ganar la lotería es más el efecto de la suerte o de nuestra elección de comprar el boleto etc.). Pero no sé hasta qué punto esto es medible o si lo es en absoluto.
También vale la pena dar la vuelta al planteamiento inicial: si Rafael Nadal no merece su riqueza porque es principalmente fruto de su inmerecido talento, ¿por qué iba a merecerla otro individuo (el recipiente del programa redistributivo) que tampoco ha hecho nada para merecerla? Si es ilegítimo derivar satisfacción de las causas exógenas, entonces es ilegítimo recibir dinero de un aparato redistributivo, que es claramente una causa exógena. De hecho el aparato redistributivo es un mero intermediario (muy conveniente para dulcificar y diluir el acto de agresión). Lo que en realidad viene a decir el planteamiento de Citoyen es que un individuo con menos talento o en circunstancias precarias puede amenazar con violencia a Rafael Nadal (o a otro individuo más inmerecidamente rico) para quitarle parte de su riqueza, aunque él aún haya hecho menos para merecerla (salvando el acto de agresión en sí mismo).
Por último, Citoyen olvida mencionar la otra parte en el "intercambio" de la herencia: los padres. Como bien apunta Mario en los comentarios, los recipientes/los hijos a lo mejor no merecen la herencia, pues no han hecho nada para producirla, pero los padres sí merecen esa riqueza si es fruto de su trabajo, y por tanto es legítimo para ellos darla a quien quieran, es irrelevante que sea con carácter póstumo (¿qué diferencia hay entre dejar en herencia 200.000 euros y donar 200.000 euros la semana anterior a su muerte?). La posición de los hijos es en realidad la posición de cualquier persona que recibe algo de otra. Si nos fijamos en el recipiente a lo mejor concluimos que la transmisión es inmerecida (ilegítima siguiendo a Citoyen), pero no hay motivo para fijarnos solo en el recipiente, pues la decisión de transmitir esa riqueza no es suya sino del donante. Lo que es una causa exógena para los hijos es una elección para los padres. Si la herencia es ilegítima por su componente exógeno entonces todas las transacciones en el mercado (vistas desde el punto de vista del recipiente) también lo son.