Jordi de la Torre destaca la contradicción en la que caen tantos detractores de la liberalización de los horarios comerciales. Por un lado, temen que la liberalización pueda causar la ruina del pequeño comercio, que a diferencia de las grandes superficies no podrá permitirse abrir tantas horas/días. Por otro lado, afirman que abrir tanto tiempo o abrir en festivo no interesa a los consumidores y no es negocio, por lo que este modelo no tiene razón de ser.
Jordi cita en este sentido las declaraciones de Javier Cottet, presidente de la Associació Catalana de l'Empresa Familiar de Comerç:
No vemos ninguna coherencia en el modelo de Madrid. Es más, me consta que tampoco la ven los grandes agentes comerciales como El Corte Inglés. Abrir 24 horas es muy caro. Para que la cuenta de explotación no se resintiera, las ventas deberían ser muy elevadas y tenemos muy claro que este escenario es imposible. Lo demuestran los domingos que podemos abrir. Fuera de los de diciembre, los otros nos salen muy caros.
Juan Ramón Rallo se hacía eco hace unas semanas de una opinión similar de Madrid Progresista:
El Partido Popular dice que con esta ley da respuesta a la demanda de los consumidores, una falsedad sin lugar a dudas si tenemos en cuenta que según una encuesta reciente del Ministerio de Agricultura, el 86,2% de los consumidores están satisfechos con los horarios comerciales actualmente establecidos.
Jordi recomienda sustituir la asignatura de Educación para la Ciudadanía por una lecciones de lógica elemental. Si abrir tantas horas o días no es rentable/es rechazado por los consumidores, entonces el pequeño comercio no tiene nada que temer, pues ninguna gran superficie va a ejercer la libertad de abrir más hora o más días si va a perder dinero con ello. Si, por el contrario, abrir más horas o días es rentable y va en detrimento del pequeño comercio, significa que hay una demanda para ese servicio, que los consumidores en efecto valoran que los comercios estén abiertos más tiempo.
En realidad lo que les hace falta a quienes hacen este tipo de declaraciones contradictorias no es tanto lógica elemental como honestidad intelectual. En el fondo saben que solo una de las proposiciones es cierta, a saber, que muchos consumidores valoran que los comercios estén abiertos más tiempo y abrir más horas o días es rentable. Lo que sucede es que no quieren admitir que su oposición a la liberalización de los horarios comerciales es puramente interesada y quieren disfrazarlo de defensa bienintencionada del consumidor. Es quizás lo que más molesta de quienes se benefician de privilegios legales, que encima quieren hacernos creer que es por nuestro bien.
La Comunidad de Madrid se suma al tren del progreso con esta medida. La sociedad actual demanda más flexibilidad en los horarios de atención al público. Mucha gente lleva una vida demasiado ajetreada como para que además constriñan sus opciones. Si pedimos a las empresas que adapten sus productos a las necesidades de los consumidores, ¿por qué no íbamos a pedir a los comercios que adapten sus horarios a nuestras necesidades? Quien no quiera abrir los domingos que no lo haga. Quien no quiera ir a comprar los domingos que no lo haga.
Este tipo de compañas anti-progreso del pequeño comercio, y la mentalidad proteccionista que las anima, me transmiten la sensación de que en España y en Cataluña en particular aún estamos en el siglo XX. Madrid parece que está intentando saltar al siguiente. En Londres la libertad de horarios comerciales es una realidad indisputada. No hay protestas de "botiguers" (y no porque no los haya) ni creo que ningún partido de importancia siquiera se plantee dar vuelta atrás.
Éste es el horario, por ejemplo, de los dos supermercados Sainsbury's que tengo más cerca de casa:
La semana pasada hicimos la compra semanal en domingo. El local, gigantesco, estaba por lo menos tan lleno como en un día laboral cualquiera.
Y en Nueva York vi varios de estos: