En mi último artículo para Libertad Digital hablo del referéndum para legalizar la posesión y comercio de marihuana en California, que tendrá lugar el 2 de noviembre, el día de las legislativas. El "sí" tiene posibilidades reales de ganar, con las encuestas mostrando un apoyo cercano al 50%.
Es falso que la [marihuana] enganche hasta el punto que el usuario medio deviene adicto. Según datos de la National Comorbidity Survey de 1994, solo un 9% de los consumidores de marihuana entra dentro de la categoría de "dependientes" de la American Psychiatric Association. El porcentaje equivalente para los consumidores de alcohol es del 15%. Estos datos ilustran que la mayoría de consumidores de marihuana se fuman un porro como aquel que consume un cóctel antes de cenar.
La evidencia de que la marihuana perjudica la salud es tan débil que un editorial de The Lancet, la prestigiosa revista médica británica, afirmó en 1995 que "el consumo de cannabis, incluso a largo plazo, no es nocivo para la salud". Esta conclusión quizás es demasiado rotunda, pero lo cierto es que no se registran muertes por marihuana, a diferencia de lo que ocurre con el tabaco (435.000 anuales en Estados Unidos) y el alcohol (85.000). Tampoco está establecido, como señaló el Comité Especial del Senado canadiense sobre drogas ilegales en 2002, que el consumo intensivo de marihuana tenga efectos perjudiciales sobre las funciones cognitivas.
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